Y no es que ignore que hay que perpetuar a la raza, no es nada personal, lo sé, es una gran competencia, o eres fuerte y aplastas, o eres hábil y engañas, o simplemente eres alimento y terminas por desaparecer, excluido, rechazado por la implícita ley biológica que nos rige, aún aquellos que han aniquilado la totalidad de sus escrúpulos no son más que tristes marionetas de una entidad inconscientemente tan perversa como tácita.
¿Hemos de presentar ingenua batalla?, ¿que la libertad no es acaso el revelarse contra el destino?, si hemos de pelear hemos de perecer, ¿pero no es acaso lo que nos mueve el buscar ese movimiento no planeado por el enemigo que lo mueva a efectuar movimientos no prefijados?.
Odio el mundo por las mañanas porque es cuando las tretas pérfidas del destino se muestran con más descaro y desfachatez.
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