Hoy que no me calma lo que antes, hoy que no funcionan los trucos y las tretas. Aún así no haré preguntas. Talvez pueda seducir a ese dolor también, dorarle la píldora, hacer que se la trague, —el mismo juego con el que han jugado conmigo—, al fin de cuentas, somos los mismos, los de lejos, los atados de mano, aguantando, sobreviviendo.
Nadie vendrá a calentarse a este fuego, nadie.
Puedo vivir con eso.

Algo animal que no quiere morir, no entenderá razones; algo animal mueve el mundo y a los que estamos en el mundo, embridados por ese algo animal que ríe y nos somete a su arbitrariedad. No se puede ser más listo que el, pero mientras pueda no me le uniré. Sé que puedo pasar desapercibido, transparentarme, permanecer oculto.
Algo animal no deja morir, eso es bueno, eso es malo; es ambos.
Sin embargo ese animal no es más que un triste espectro, es el espíritu de un titiritero ausente.

Llevo a cabo mi pequeña e incógnita revolución.
El ardor o viento glacial en que me consumo.
No hay heroísmos en la derrota, hablo a quienes perdimos la guerra.
No hay heroísmo.

¿Puede no ser críptico y fragmentario un hombre vacuo? No pediré perdón.
Transparente como el fracaso y los supuestos amigos imaginarios, como las ruinas de las utopías, como ciudad perdida, como el amor a una sola voz.

No hay razón, no hay motivo, ni tampoco lógica, solo un exordio melancólico que anuncia la llegada del ayer renacido, reciclado y transmutado en un hoy que sospecho que lleva en sus entrañas añicos de horrendos fantasmas que se han dormido en sus laureles.

No hay comentarios:

Archivo del blog