Intenté refulgir, pero yo no era sol. Toda la pena y el dolor estaban conmigo, y eran parte de mí, aunque yo las negara, seguían ahí. Así como las garras de la arpía que atenazan mi corazón. Le he pedido a esa ave que se fuera pero ella no ha querido... Ah, el dolor, el dolor y el placer, el dolor otra vez, pero cuando entra en escena el miedo se diluyen en su causticidad todos los vestigios de satisfacción.

No desdeñaré más este claustro, ni aborreceré a mi mala estrella, creo que puedo vivir aún.

Talvez ella deje de atormentarme, pero talvez nunca lo haga, ya algo se me ha de ocurrir, o no.

Señores acreedores, lo siento, pero no les podré pagar, no tengo dinero, y estoy tratando de deshacerme de todas mis buenas intenciones.

Ah, y lo que estaba olvidando: No quiero ser el mejor, de hecho siquiera quiero entrar en la competencia. No quiero cambiar al mundo.

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