un alma añeja, una vida sin vivir, un miedo que parece estar impregnado en cada uno de sus átomos, percibible aún a través de toda la niebla que destila su enigmatismo, sus banderas falsas ondean para alejar a los viajeros de sus vacuidades abismales, el dijo que las soledades son buena compañía, pero a veces parece no estar del todo seguro, algunos perciben un dejo de la maldición de los hados del destino en lo descarnado de su mirada, el quisiera que su resignación no sea tomada por una búsqueda deliberada de compasión, talvez por eso se oculta en sus grutas, aunque siente como aquellas piedras huyen y lo dejan cada vez más a merced de una luz en la que no confía. Se sabe muchas historias que olvida a cada tanto, para luego recordarlas tan cambiadas que son ya diferentes.
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