Desaparecieron las  flores amarillas, se fueron con el temporal, dicha sea la verdad, nunca me agradaron del todo, lo que me llamó la atención fue el encontrarlas ahí un día, como salidas de la nada, y al otro día... ni rastros de que hubieran existido, como una broma.  Solo las mismas ramas secas y desnudas que estoicamente resisten  los embates de la primavera.

Viejo compañero, estamos perdiendo la batalla, otra vez.  Nos deshicimos de las flores amarillas, pero no será suficiente, lo sabemos, nunca es suficiente.


Me desagrada la palabra talento porque es un muro que nunca podré escalar, un muro que me acorrala y a la fuerza me retiene en este reducido territorio de nombre Mediocridad.  Se respira el penetrante olor a fracaso en el ambiente, lo bueno es que con el tiempo te terminas por acostumbrar.

No hay comentarios:

Archivo del blog