Es su naturaleza indefinible lo que hace que el arte se eleve por encima de todas las demás manifestaciones humanas. El único minúsculo atisbo de salvación humana que se resiste a extinguirse. Nadie necesita del arte para vivir, pero el arte es sin dudas el último resquicio de sentido que le queda a la vida.

Qué es el talento sino la facilidad y/o la habilidad para hacer algo en las formas comúnmente aceptadas por un tipo de mayoría; pero el arte suele ser transgredir las formas, con talento o sin el, hallarle un sentido al sinsentido, o inventarle uno en todo caso. El arte suele ser salvación y perdición, soledad, proscripción, engaño, desavenencia, locura. Conserva un profundo arraigo a lo incongruente y dicótomo del espítitu humano, de allí su capacidad de conmover. Queda fuera de todo juzgamiento, existe mayormente como testimonio.

Sublime la paradoja que envuelve al artista, esa ambiguedad que lo eleva dándole la cualidad de divino mientras simultáneamente ha de revolcarse en la miserable condición de ser humano.

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