Como si no existieras o como si fueras solo molestas partículas de polvo hacinándose bajo algún mueble, en alguna esquina de la casa que nadie frecuenta. Te rendiste desde hace tiempo a las contingencias que tu mala estrella te deparó. Derrotado y humillado terminaste después de tu débil y breve defensa, todos los que te vieron desbaratarte rieron y se burlaron mientras tu emprendías la vergonzosa retirada y siguieron riendo hasta mucho después. Aunque debo de reconocer que tus ingeniosos mecanismos para enmascarar miedos casi resultaron. El atrincherarte tras de los enormes bloques que quedaron después de las sucesivas fracturas de tu memoria te mantienen a salvo por el momento. Te han escuchado repetir aquello de que el mundo es una cosa triste a modo de mantra, pero todavía no sospechan, los de camisa de fuerza por bandera aún no saben de tí. Ya sabes que la conciencia de tu propia mediocridad no te salva de su influjo maligno y salvaje. Quizas debas considerar que la bella dama en la que confías talvez no corresponde a tus afectos, el mundo te salió mal, eso está pasándote.

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