Es triste cuando los idealismos terminan por ceder. Es entonces cuando abres los ojos pero no consigues ver nada, porque sencillamente no hay nada, absolutamente nada, todo lo antes viste estaba solamente en tu mente, ya es tarde, ya no puedes volver a aferrarte a nada, porque nada es real, o porque la nada es lo único real. La vida entera adquiere un ineludible matiz de artificialidad. Necesitas volver al sueño, pero para volver al sueño tienes que engañar a tu mente, ponerle una trampa, convencerla de que la nada fue solamente un sueño...
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